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El pájaro rojo, 9 dólares la hora y todo por el 2%

La última de las presentaciones del GX29 Builders fue la de Nicolás Jodal. Para concluir con el evento y motivarnos a reflexionar sobre el impacto del software, Jodal compartió el análisis de tres casos en los que la tecnología ha influido de alguna manera en la vida de las personas.


El primero de los casos fue el llamado "Pájaro rojo”, pero en realidad toda la historia comienza con otra ave: el "Pájaro azul”. El Pájaro azul no es sino el avión F15 que Estados Unidos encargó a una firma fabricante de aviones de guerra. Jodal afirmó que la compañía fabricante excedió los requerimientos del gobierno estadounidense, y a pesar de ello hubo gente que no quedó satisfecha con el resultado final.
Esas personas fueron Harry Hillaker, John Boyd y Pierre Spray. De ellos, Boyd era el que sabía cómo manejar un avión caza pues era piloto, y él fue uno de los que propuso que se debería hacer otro avión: el Pájaro rojo. Boyd afirmaba que el diseño debería ser ágil y económico. Por ello, siguiendo estos lineamientos, llegaron a un avión que era significativamente más chico que el anterior y que, incluso, no tenía todos los sistemas avanzados que poseía el F15.
Excepto en un caso: el control de mando. En el Pájaro rojo el control se asemejaba a un joystick, y lo hizo así pues implicaba menos peso para el avión que los controles anteriores. Ese es, como señala Jodal, un caso en el que se usó la tecnología porque se requería, no porque se deseaba usar lo más novedoso.
Al final de este avión -que luego fue el F16- se produjeron más de cinco mil unidades, cuando del anterior no se sobrepasaron las 700. La simpleza y la agilidad preponderaron al final. De aquí Jodal sacó tres lecciones: hay que tener en claro lo que se quiere, es decir, el diseño; hay que usar alta tecnología cuando se necesita, no cuando se quiera.
El segundo caso también tiene que ver con la aviación: nueve dólares la hora. Jodal recordó al público que hace unos años se habían producido un par de accidentes con aviones comerciales fabricados por Boeing: los 737 Max.
En ambos casos se descubrió que los aviones, a poco de despegar, realizaban un vuelo oscilatorio que ocasionó su caída. Al investigar, los inspectores se dieron cuenta que esto se debía al software del avión. ¿Qué había ocurrido? Boeing había instalado software en las aeronaves porque necesitaba que los pilotos entrenados en una versión anterior del 737 pudieran volar el nuevo Max. El software hacía que el Max se comportara como si fuera la versión anterior del avión, y así no era necesario capacitar a los pilotos en las novedades de la nueva aeronave.
Pero el software no era perfecto. Tuvo fallas que hicieron que la computadora creyese que el avión subía cuando en realidad bajaba, y viceversa. Los movimientos oscilatorios que luego detectaron los investigadores de los accidentes eran, en realidad, el producto de la lucha de los pilotos contra el software por estabilizar el avión. Cuando no pudieron lograrlo el avión cayó.
Boeing no usaba software, así que encargó ese trabajo a una compañía que pudo hacerlo rápidamente y a un costo económico: nueve dólares la hora.
Las lecciones que sacó Jodal de este ejemplo son las siguientes: hay que apostar por software lo más pronto posible; Boeing lo hizo tarde y por eso tuvo que apurarse y contratar a un tercero. Una segunda lección es que hacer software no es fácil; y la tercera lección es que nueve dólares la hora puede salir muy caro.
El tercer caso es el que llamó Todo por el 2% y se desarrolla en el mundo financiero. Jodal primero explicó algunos antecedentes para entender el caso.
Todo se basa en la confianza, incluyendo el dinero. Cuando pagamos con una moneda indirectamente estamos afirmando que confiamos en la solvencia del gobierno que emitió esa moneda. Pero con el desarrollo de la economía aparecieron otros medios de pago, como el cheque. Y cuando recibimos un cheque indirectamente estamos afirmando que confiamos en el banco que lo emite.
Los medios de pago siguieron evolucionando hasta llegar a la tarjeta de crédito. Y aquí Jodal hace una distinción: cuando aceptamos un pago con tarjeta de crédito no estamos aceptando implícitamente que confiamos en Visa, MasterCard o la firma que haya emitido la tarjeta. Confiamos en el banco que nos dio la tarjeta, es decir, los emisores de tarjeta se han montado sobre la confianza que se tiene en los bancos.
Algo similar ocurre con las big techs (Google, Apple, Samsung) cuando lanzan sus medios de pago. Ellas se montan sobre la confianza que se tiene en las tarjetas de crédito y los bancos. Y la gente las acepta porque pagar con los modernos métodos de pago que proponen estas compañías reducen las comisiones y la fricción en el pago.
Pero ahora Facebook también quiere ingresar a este mundo y lo ha hecho mediante una criptomoneda: Libra.
Pero Libra tiene un problema: ¿la gente va a confiar en Facebook?
Para sortear este 'reto' Libra no es solo de Facebook, en realidad es una criptomoneda que se basa en el prestigio de un conjunto de compañías -y para ser parte de este grupo se debía tener una capitalización de mercado de al menos mil millones de dólares- que, por lo pronto, suman 28 pero que se estima llegarán a 100 para el 2020.
Entre estas firmas se encuentra Facebook Calibra -una compañía que afirma no compartir datos con Facebook-, Visa y MasterCard, Mercado Pago, PayPal, Stripe, Lyft, Uber, eBay, entre otras.
Son muchas compañías y lo interesante de ellas es que ninguna es un banco, la entidad que justamente es la que cobra generalmente 2% por una transacción de pago. ¿Será bueno esto para el proyecto? Eso queda por ver.
De aquí también se pueden obtener algunas conclusiones o lecciones. Primero, Facebook prefirió entregar el control sobre la criptomoneda para animar su uso; y también ha usado tecnología (Blockchain) porque la necesitaba, no porque esté de moda.
¿Qué tienen en común estas historias? Ellas nos enseñan que la agilidad es más importante que la velocidad, y que es necesario realizar un cambio de cultura en las organizaciones para que acepten que nos encontramos en la era del software, de las API y las plataformas. Además, podemos también seguir el camino de Facebook, es decir, ceder el control en bien de que prospera una iniciativa planteada.

*Gracias CIO Perú por la cobertura.